No hubo tiempo para sobresaltos en ese minuto 17 de partido. El árbitro Harm Osmers acababa de mostrar la tarjeta roja cuando Manuel Neuer se quitó sin contemplaciones el brazalete de capitán de la parte superior del brazo y se lo entregó a su compañero Joshua Kimmmich. "Eso siempre es amargo, por supuesto", dijo Vincent Kompany más tarde, "especialmente cuando una tarjeta roja afecta a todo tan pronto en el partido". Pero el FC Bayern no pasó mucho tiempo quejándose, lamentándose o discutiendo. De hecho, casi parecía como si el equipo y su capitán sólo hubieran necesitado esta desgracia mayor, que llegó en el minuto 17, para encender el ya de por sí caldeado ambiente en los octavos de final de la Copa DFB ante 75.000 espectadores contra el Bayer Leverkusen.
Fue como si faltara una pequeña pieza en el mosaico para desatar una verdadera fuerza elemental bávara. Una gran y valiente lucha, que al final no tuvo recompensa, pero que, como dijo Max Eberl, director general deportivo del FC Bayern, podría ser el comienzo de algo realmente grande. Y así, ese 0-1 (0-0) contra el vigente campeón significó la dolorosa eliminación de la Copa DFB en términos puramente fácticos. Pero "hubo vida en esta actuación", elogió Kompany, entrenador del FC Bayern. "Los chicos dieron todo lo que tenían".
Sin el máximo goleador contra los campeones de liga y copa
A continuación, el entrenador retiró del terreno de juego a Leroy Sané en favor del guardameta suplente Daniel Peretz. El guardameta internacional israelí disputó sólo su tercer partido oficial con el FC Bayern. Sin embargo, Peretz se vio absolutamente impotente cuando Nathan Tella marcó el único gol en su contra (69').
Vincent Kompany también tuvo que hacer algunos cambios nada desdeñables de cara a esta eliminatoria de octavos de final: Harry Kane, nada menos que el máximo goleador, en el partido de liga en casa del Borussia Dortmund sufrió una lesión muscular. "Harry ha marcado 20 goles, eso no se puede sustituir", recordó Kompany a su equipo antes del saque inicial. Y todos los pensamientos de compensar de algún modo la pérdida que no se podía compensar volvieron a tirarse por la ventana cuando Neuer fue expulsado a los 17 minutos.
Manuel Neuer intentó despejar un balón largo de Jonathan Tah a Jeremie Frimpong, pero chocó con el delantero del Leverkusen. "Manu es un portero muy listo que normalmente huele esos balones", intentó explicar Eberl. "No funcionó en ese momento. Y entonces ocurrió que nos quedamos con uno menos". El propio Neuer fue el más molesto: "Ese fue el factor decisivo del partido. Nos duele y lo siento. He pedido disculpas al equipo. Todavía esperaba un poco de fuera de juego en esa situación. Ahora no puedo cambiarlo. Fue un error y tengo que aceptarlo, por desgracia no hay nada más que pueda hacer".
Sin embargo, mientras seguía en el campo, el capitán trató de motivar a sus compañeros y "hacerles ver", dijo el guardameta, "que todavía podemos hacerlo".
Del césped al techo rojo fuego de la tribuna
El equipo se lo tomó al pie de la letra: en lugar de encerrarse y depositar todas sus esperanzas en el contraataque, el FC Bayern siguió dominando. Con una tremenda agresividad y una voluntad irrefrenable, todo pareció surtir efecto como la poción mágica gala de los libros de Astérix, que ahora motivaba a todos y cada uno de los jugadores hasta la punta del último pelo.
Esta pasión se extendió incluso a las gradas. Cada choque, cada duelo en carrera, cada agarrón, y los hubo en abundancia, y cada ataque del equipo, ahora en inferioridad numérica, reavivaba el fuego del público como una mecha empapada en aceite: crepitaba, estallaba, electrizaba el Allianz Arena desde el césped hasta el ardiente techo rojo del estadio.
"Nuestra afición nos dio un empujón", declaró un impresionado Vincent Kompany, "y nosotros se lo devolvimos con nuestra entrega. Fue un gran ambiente". La energía de las gradas subió a los jugadores a las espaldas del público, que se animó a sacar adelante a su equipo. El Leverkusen, campeón de Liga y de Copa, y con un jugador más sobre el terreno de juego, no sabía qué le golpeaba en algunos momentos: "No es fácil sobrevivir aquí. Incluso con un hombre más, no siempre lo hicimos bien", admitió el defensa internacional Jonathan Tah. "No conseguimos que la gente se diera cuenta de que éramos un hombre más", admitió contrito Robert Andrich.
Así, la preponderancia del equipo de Múnich, que hasta entonces era once, disminuyó un poco. Sin embargo, al final del partido, el FC Bayern había acumulado un 60% de posesión, 18:13 acciones de balón en el área contraria, 14:11 disparos y 12:4 saques de esquina. "Hemos invertido mucho en este partido", subrayó el director general deportivo Max Eberl: "La reacción del equipo tras la expulsión fue extraordinaria. El carácter, la calidad con diez hombres contra el vigente campeón de Liga y Copa, que la temporada pasada lo bordó, eso sí que me impresionó."
"Una de las mejores actuaciones de la temporada"
Konrad Laimer, Joshua Kimmich, Jamal Musiala... todos corrieron, placaron y lucharon hasta la extenuación. "Lo que los muchachos han conseguido hoy no se puede dar por sentado", declaró Vincent Kompany. "Su compromiso fue impresionante durante largos tramos y demuestra un gran carácter". Kimmich, segundo capitán, se mostró profundamente decepcionado por la eliminación en la Copa, pero también orgulloso: "No podríamos haber sido mucho mejores y más dominantes ni siquiera con once hombres", afirmó el motor del equipo. "Hoy ha sido una de nuestras mejores actuaciones hasta la fecha, sobre todo teniendo en cuenta el rival. Espero que eso nos anime".
Al final, el único defecto fue la conversión de las ocasiones. Por mucho que el FC Bayern introdujera el balón en el área del Leverkusen, sobre todo a balón parado, los remates de cabeza y los intentos de disparo no encontraban portería, se quedaban a medio camino o eran despejados. La historia fue completamente distinta para los visitantes, a los que un solo momento de descuido de la defensa del Bayern bastó para marcar el gol de oro. "El equipo jugó de forma excelente", elogió con orgullo el presidente Herbert Hainer, a pesar de la eliminación. Pero incluso mucho después de que terminara el partido no era apropiado permanecer en estado de shock.
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